«Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él». Juan 3:16-17
La manifestación de amor más grande a través de los tiempos, la podemos ver en la experiencia de la cruz del calvario.
El Hijo de Dios fue enviado a morir por nosotros.
Un amor que va más allá del conocimiento y el entendimiento humano.
Un amor que trasciende fronteras, culturas y edades.
Un amor que supera todas las manifestaciones aquí en la Tierra.
Una nota de reflexión: ¿Estamos correspondiendo a esa obra de amor verdadero?
Por: Pastora Iris de Espino